MOSCÚ, Rusia — La región sureña rusa de Daguestán guardaba el lunes el primero de tres días de luto tras un ataque de extremistas islámicos que mataron a 20 personas, en su mayoría policías, y atacaron centros de culto en asaltos aparentemente coordinados en dos ciudades.
La violencia del domingo era un nuevo incidente que las autoridades atribuyeron a extremistas islámicos en la región de mayoría musulmana en el Cáucaso Norte, y el más letal en Rusia desde marzo, cuando hombres armados abrieron fuego en un concierto en un suburbio de Moscú y mataron a 145 personas.
La filial del grupo ISIS en Afganistán que reclamó la autoría del ataque de marzo se apresuró a elogiar el ataque en Daguestán y dijo que había sido obra de “hermanos en el Cáucaso que nos mostraron que siguen siendo fuertes”.
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El Instituto para el Estudio de la Guerra, un centro de estudios con sede en Washington, dijo que la rama del Estado Islámico en el Cáucaso Norte, Vilayat Kavkaz, a la que describió como “compleja y coordinada”, era el autor probable.
El gobernador de Daguestán, Serguei Melokov, atribuyó los ataques a “células durmientes” comandadas desde el extranjero, pero no dio más detalles. En un comunicado en video, dijo que los milicianos pretendían “sembrar el pánico y el miedo” y trató de vincular el ataque con la operación militar rusa en Ucrania, aunque tampoco presentó pruebas.
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, intentó atribuir el ataque de marzo a Ucrania de nuevo sin pruebas y pese a la reivindicación de autoría de la filial del ISIS. Kiev ha rechazado de plano cualquier implicación.
El vocero del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que Putin había recibido informes sobre los ataques del domingo y los esfuerzos para ayudar a las víctimas.
El Comité Investigador, la principal agencia estatal de investigación penal del país, dijo que los cinco agresores habían muerto. Quince de los 20 muertos eran policías.
Entre los muertos estaba el reverendo Nikolai Kotelnikov, un sacerdote ortodoxo ruso de 66 años que estaba en la iglesia en la ciudad de Derbent. Los agresores le degollaron antes de prender fuego a la iglesia, según Shamil Khadulayev, subdirector de un organismo público de supervisión. El ataque coincidió con la celebración ortodoxa de Pentecostés, también llamado Domingo de Trinidad.
También se prendió a fuego la sinagoga de Kele-Numaz en Derbent.
Poco después de los ataques en Derbent, los milicianos dispararon contra un puesto policial en Majachkalá, la capital regional, y atacaron una iglesia ortodoxa rusa y una sinagoga en la ciudad antes de ser perseguidos y abatidos por fuerzas especiales.
Según reportes en medios rusos, entre los agresores había dos hijos y un sobrino de Magomed Omarov, líder de la rama regional en Daguestán del principal partido del Kremlin, Rusia Unida. Omarov fue detenido por la policía para ser interrogado y Rusia Unida le expulsó con rapidez de sus filas.
A principios de la década de 2000, Daguestán registró ataques casi diarios contra la policía y otras autoridades que se atribuyeron a extremistas. Tras el auge del grupo ISIS, muchos residentes de la región se unieron al grupo armado en Siria e Irak.
La violencia en Daguestán ha remitido en los últimos años, pero en un indicio de que los sentimientos extremistas siguen siendo altos en la región, una turba protagonizó disturbios en un aeropuerto en octubre contra un vuelo llegado de Israel.
Más de 20 personas resultaron heridas —ninguna de ellas israelí— cuando cientos de hombres, algunos con carteles con lemas antisemitas, se abrieron paso a la pista de aterrizaje, persiguieron a los pasajeros y arrojaron piedras a la policía.
El suceso en el aeropuerto cuestionó el mensaje del Kremlin de que grupos étnicos y religiosos coexisten en armonía en Rusia.
Tras el ataque de marzo a una sala de conciertos en Moscú, la agencia de seguridad más importante de Rusia dijo que había desarticulado una “célula terrorista” en el sur de Rusia y detuvo a cuatro de sus miembros que habían proporcionado armas y efecto a los supuestos agresores de Moscú.
Harold Chambers, experto político y de seguridad en el Cáucaso Norte, señaló que la respuesta de las autoridades al ataque del domingo era “significativamente más de lo que hemos visto en el pasado, pero aún insuficiente, especialmente en el tiempo de respuesta”.
“Este ataque definitivamente les tomó con la guardia baja”, dijo. “Lo que vemos aquí es aún esta desconexión entre la capacidad antiterrorista rusa y la capacidad de los terroristas dentro de Rusia”.