WASHINGTON — El senador de Florida Marco Rubio recibió una cálida bienvenida de sus colegas del Senado el miércoles mientras delineaba sus planes para implementar la visión de “Estados Unidos Primero” del presidente electo Donald Trump como secretario de Estado.
Y parecía contar con el apoyo bipartidista para lograr el puesto de secretario de Estado, según reportó NBC News.
“Espero poder ganarme su apoyo, ya sea porque creen que haría un buen trabajo, o porque quieren deshacerse de mí”, bromeó Rubio en su testimonio ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado, donde sirvió durante 14 años.
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Pero entre las amabilidades, Rubio pintó una imagen sombría de los peligros que enfrenta Estados Unidos, específicamente de China, a quien señaló como la “mayor amenaza” para la nación.
Por ello culpó a la globalización que según dijo “ahora es un arma que se usa en nuestra contra”. Afirmó que Estados Unidos debe comenzar a poner “nuestros intereses nacionales fundamentales por encima de todo lo demás”.
Fueron notables palabras iniciales para Rubio, quien nació en Miami de inmigrantes cubanos y que, de ser confirmado, se convertiría en el primer latino en servir como el principal diplomático de la nación.
La audiencia de confirmación comienza un nuevo capítulo en la carrera política del republicano de Florida de 53 años, cuya relación con Trump ha evolucionado durante la última década.
Una vez rivales intercambiando insultos infantiles mientras hacían campaña para presidente en 2016, los dos hombres se convirtieron en estrechos aliados mientras Trump hacía campaña para otro mandato en la Casa Blanca el año pasado.
Rubio llegó a Washington como parte de la ola del “tea party” en 2010 y una vez abogó por permitir un camino hacia la ciudadanía para los inmigrantes en el país ilegalmente.
Pero como otros republicanos, las opiniones de Rubio sobre la inmigración se han ido inclinando a favor de la postura dura de Trump, quien ha prometido perseguir agresivamente las deportaciones una vez que asuma el cargo.
A diferencia de otros nominados por Trump, se espera que Rubio gane fácilmente la confirmación, obteniendo apoyo no solo de los republicanos sino también de los demócratas que lo consideran una elección “responsable” para representar a Estados Unidos en el extranjero. Muchos esperan que sea uno de los primeros en ser aprobados del gabinete de Trump.
El senador demócrata Brian Schatz, quien sirvió junto a Rubio en el Comité de Relaciones Exteriores, expresó esperanzas de que el republicano de Florida rechace el enfoque aislacionista de otros aliados de Trump.
“Creo que Marco es nacionalista, pero también es un internacionalista, y creo que el desafío para él será mantener la larga tradición bipartidista de que Estados Unidos es indispensable en los asuntos mundiales”, declaró el legislador de Hawai a The Associated Press.
“Y hay allegados de Trump que quieren que dejemos de ser los líderes del mundo libre. Y espero que los instintos de Marco hacia la fortaleza estadounidense prevalezcan”.
EL ENFOQUE DE MARCO RUBIO EN POLÍTICA EXTERIOR
El enfoque de Rubio hacia los asuntos exteriores está basado en sus años de servicio en el comité de Relaciones Exteriores y el panel de Inteligencia del Senado. En sus discursos y escritos, ha emitido advertencias cada vez más severas sobre las crecientes amenazas militares y económicas para Estados Unidos, particularmente de China, que dice se ha beneficiado de un “orden mundial global” que él caracteriza como obsoleto.
China, señaló Rubio al comité, ha “mentido, engañado, hackeado y robado su camino hacia el estatus de superpotencia global, a nuestra costa”.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de China el miércoles se negó a comentar sobre las declaraciones de Rubio.
De ser confirmado, Rubio se convertirá en el líder de la política exterior de Estados Unidos, aunque su papel seguramente seguirá siendo secundario a Trump, quien disfruta del escenario global y frecuentemente usa el púlpito intimidatorio contra los aliados.
Incluso antes de asumir el cargo, Trump ha causado ansiedad en las capitales extranjeras al amenazar con apoderarse del Canal de Panamá y Groenlandia y sugerir que presionará a Canadá para que se convierta en el estado número 51 de la nación.
Trump ha ganado un “mandato inequívoco de los votantes”, dirá Rubio.
“Quieren un Estados Unidos fuerte. Comprometido en el mundo. Pero guiado por un objetivo claro, promover la paz en el extranjero, y la seguridad y la prosperidad aquí en casa”.
La decisión del gobierno actual retirar a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo probablemente irritará a Rubio, quien ha apoyado durante mucho tiempo sanciones severas en la isla de gobierno comunista.
La oficina de Rubio no respondió a múltiples consultas el martes sobre la reacción del senador a esa decisión, que muchos creen que casi seguramente será revertido por la administración Trump.
Los secretarios de Estado han jugado un papel clave en la formulación de la política exterior del país desde su fundación, comenzando con el primero, Thomas Jefferson, quien sirvió en la posición más alta del gabinete bajo el presidente George Washington.
Desde entonces, Jefferson, así como sus sucesores del siglo XIX James Madison, James Monroe, John Quincy Adams, Martin Van Buren y James Buchanan, todos fueron elegidos presidente.
Los secretarios de Estado más recientes han tenido menos éxito en sus ambiciones políticas, incluido John Kerry, quien perdió la elección presidencial de 2004 frente al presidente George W. Bush antes de convertirse en el principal diplomático, y Hillary Clinton, quien perdió la elección de 2016 frente a Trump.
Los secretarios de Estado más exitosos han sido conocidos por su cercanía a los presidentes a quienes sirven, notablemente James Baker bajo George H.W. Bush, Condoleezza Rice bajo George W. Bush y, en cierta medida, Clinton bajo Barack Obama.
Al igual que Clinton, Rubio fue una vez un rival político del presidente electo que lo nominó.
Sin embargo, la relación Clinton-Obama durante las primarias demócratas de 2008 no fue tan hostil como la de Trump y Rubio en las primarias del GOP de 2016, que estuvo marcada por insultos personales y apodos.
Trump tuvo una relación conflictiva con su primer secretario de Estado, Rex Tillerson. Trump lo despidió a través de una publicación en redes sociales menos de dos años después de su mandato.