WASHINGTON - La gestión de la pandemia del coronavirus que ha hecho el presidente Donald Trump ha puesto en grave peligro su futuro político. Ahora confía en verse reconocido por la agresiva apuesta de su gobierno por una vacuna, y cruza los dedos por tener una aprobada antes de las elecciones.
Trump y el vicepresidente, Mike Pence, visitaron el lunes centros de desarrollo de vacunas con motivo del inicio del mayor ensayo de vacunas contra el COVID-19 emprendido hasta ahora. Los mandatarios viajaron a Carolina del Norte y Florida, respectivamente, mientras la Casa Blanca lidiaba con su caso más destacado del virus y un repunte en los contagios en todo el país que amenazaba con socavar la reactivación económica.
La Casa Blanca sostiene que hace falta una vacuna para recuperar del todo una sensación de normalidad.
“He oído cosas muy positivas”, dijo Trump cuando le preguntaron por cuándo podría llegar una vacuna al mercado, “pero creemos que para final de año estaremos en muy buena posición para hacerlo”.
La posición de Trump en las encuestas, por detrás del exvicepresidente Joe Biden a menos de 100 días para las elecciones, subraya la urgencia del presidente por centrar la atención en vacunas y tratamientos, que incluyen el fármaco antiviral remdesivir y el plasma de pacientes en recuperación.
El coste económico de la pandemia ha desbaratado el crecimiento del empleo durante el mandato de Trump, y su gobierno ha recibido críticas de ambos partidos por su gestión de los esfuerzos por hacer pruebas diagnósticas y contener el brote. El equipo de Trump ve la búsqueda de la vacuna como algo que aún pueden hacer bien.
En privado, muchos empleados de la Casa Blanca dicen haber depositado sus esperanzas de reelección en la posible aparición de una vacuna para el coronavirus, y creen que sería la “sorpresa de octubre” definitiva. Algunos creen que sin ella, Trump podría muy bien estar condenado, y que incluso si aparece una vacuna, podría ser demasiado tarde porque se espera que muchos estadounidenses voten antes del día de las elecciones, el 3 de noviembre.
Según el programa federal de vacunas, se están ensayando varias vacunas contra el COVID-19 de forma simultánea, con el objetivo de tener 300 millones de dosis seguras y eficaces para enero de 2021.
Trump visitó el lunes el Centro de innovación de FUJIFILM Diosynth Biotechnologies en Morrisville, un suburbio de Raleigh. El centro ha iniciado la producción de la primera hornada de una posible vacuna desarrollada por Novavax, una firma de Maryland.
Las dosis producidas en la planta de Carolina del Norte se utilizarán en un ensayo clínico de Fase 3 con hasta 30,000 sujetos, que se espera comience este otoño y determine la seguridad y eficacia del medicamento, según Novavax, que recibió $1,600 millones del gobierno federal dentro de la Operación Máxima Velocidad del programa federal de vacunas.
El presidente está haciendo un esfuerzo por destacar los avances en el desarrollo de una vacuna antes de que los votantes vayan a las urnas en unos tres meses. El doctor Anthony Fauci, máximo experto en enfermedades infecciosas del país, ha dicho ser prudentemente optimista, y que quizá habrá más vacunas disponibles para final de año.
“El objetivo definitivo de esto sería tener licencias plenas basadas en datos claros de eficacia y seguridad”, dijo Fauci el lunes a periodistas.
Peter Navarro, destacado asesor económico de Trump, planteó la iniciativa como un jonrón político para Trump, que presionó para desarrollar una vacuna al mismo tiempo que trabajaba en un proceso para distribuirla rápido.
Pero los esfuerzos de Trump para desviar la atención del país de los nuevos contagios, para centrarla en la esperanza por una cura, han chocado con un aumento de los casos en el sur del país y con la noticia el lunes de que Robert O’Brien, su asesor de seguridad nacional, ha dado positivo en el virus.
La urgencia política de Trump ha avivado el temor entre algunos congresistas a que el presidente pueda buscar atajos en el proceso de aprobación de vacunas. Expertos del gobierno han rechazado esas preocupaciones, y el comisario de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés), el doctor Stephen Hahn, dijo el lunes que “debemos mantener la confianza del pueblo estadounidense en el proceso científico”.
Hahn coincidió en Miami con Pence para marcar el inicio del ensayo de fase 3 de otra aspirante a vacuna, desarrollada por los Institutos Nacionales de Salud y Moderna Inc., que comenzó sus primeras inyecciones el lunes.
“Es un día histórico, un día en el que comenzamos en serio a trabajar en una vacuna”, dijo Pence.
“Queremos asegurar que nos movemos a un ritmo seguro y eficaz. Quiero asegurar al pueblo de Florida y a la gente en todo el país que no tomaremos atajos en el desarrollo de esta o de cualquier otra vacuna”, añadió el vicepresidente.
En EEUU se han confirmado unos 4.2 millones de casos del virus, así como más de 149,000 muertes.
Según se acercan las elecciones, a Trump se le va acabando el tiempo para cambiar el tema de la campaña, que por ahora parece estar tomando forma de referendo sobre su gestión de la pandemia. El mandatario está por detrás en estados disputados de todo el país y ha tenido problemas para atacar de forma eficaz a Biden. Además, el virus le ha obligado a eliminar mítines y actos de la convención republicana, ocasiones que podría haber aprovechado para ganar impulso.
En su lugar, el personal de la Casa Blanca parece cada vez más resignado a confiar en que un suceso externo cambie el rumbo de la campaña, ya sea un gran desliz de Biden o, cada vez más, un avance importante en vacunas.
Carolina del Norte es un crucial estado en disputa en las próximas elecciones, y la visita del lunes fue el 10mo viaje de Trump al estado durante su presidencia. En 2016 ganó en el estado por casi 4 puntos porcentuales.
La importancia del estado se reflejó en los planes del partido de celebrar su convención en Charlotte, antes de que Trump trasladara el acto a Florida, solo para cancelar también esos planes. En lugar de la convención tradicional, un pequeño grupo de delegados republicanos nominará oficialmente a Trump a la presidencia el 24 de agosto, en un acto en Charlotte que se espera dure apenas cuatro horas.