Los huracanes tienen las características necesarias para ser letales antes, durante y después de su paso, por más extraño que parezca.
Lo que sucede es que no todas las muertes asociadas a un evento meteorológico de esta naturaleza se clasifican de la misma manera.
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Como explica la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), una muerte directamente asociada al fenómeno atmosférico es aquella que "se produce debido a los peligros derivados de las fuerzas físicas de un huracán. Por ejemplo, muertes por inundación, escombros voladores o derrumbamiento de edificios".
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Mientras, las indirectas son aquellas que se producen después de un huracán como consecuencia de los daños causados por éste.
"Las muertes indirectas pueden ser difíciles de contabilizar y pueden ocurrir días, semanas o incluso meses después del paso de una tormenta. Algunos ejemplos son las muertes debidas a la pérdida de electricidad, el sobreesfuerzo durante la limpieza, los accidentes con generadores y las enfermedades transmitidas por el agua y propagadas por las inundaciones", añade la NOAA.
Por los pasado 80 años, el Servicio Nacional de Meteorología ha recopilado los datos relacionados a tiempo severo, incluido los huracanes. Desde 1940 hasta 2021 se conoce específicamente cuáles son los peligros que inciden en el fallecimiento de las personas.
Sin embargo, es un estudio realizado por la Sociedad Americana de Meteorología el que arroja datos más específicos, ya que examinaron 59 huracanes y los hallazgos son reveladores.
El estudio, realizado por Edward N. Rappaport y B. Wayne Blanchard, se publicó en el 2016 y pinta una radiografía clara de cómo las muertes, tanto directa como indirectas, afectan a las comunidades.
"Los ejemplos más comunes de muertes directas son el ahogamiento en la marejada ciclónica, las olas provocadas por la tormenta, las corrientes de resaca o las inundaciones de agua dulce provocadas por la lluvia. También se incluyen los traumatismos físicos provocados por los escombros transportados por el viento o los fallos estructurales inducidos por el viento (tornádicos o de otro tipo)", explica el estudio.
Otro dato que se menciona es que la gran mayoría de las víctimas mortales asociadas a estos fenómenos se producen después de la tormenta, ya sea porque fallecen personas con enfermedades preexistentes que se agravan por el estrés o debido a la tensión que causa el mal tiempo.
Además, la Sociedad Americana de Meteorólogos establece que las muertes indirectas se produjeron con mayor frecuencia relacionadas a la pérdida de electricidad, los fallos cardiovasculares, la evacuación y los accidentes de vehículos.
La fase previa a la llegada del huracán to presentó importantes amenazas para la seguridad, principalmente por accidentes durante los preparativos en el hogar (por ejemplo, caída de una escalera o de un edificio) y en relación con las evacuaciones, principalmente por accidentes de vehículos y/o incidentes en los que se vieron implicados ancianos.
"La mayoría de las muertes indirectas, sin embargo, se produjeron después de una condición de tormenta desencadenante o después de que la tormenta hubiera pasado por completo. En muchos de esos casos se observó la pérdida de electricidad. Fue el antecedente de caídas en la oscuridad y/o por las escaleras, incendios domésticos, equipos médicos de soporte vital inoperativos, intoxicación por monóxido de carbono, hipotermia, electrocución durante el restablecimiento del suministro eléctrico o por líneas eléctricas que inesperadamente estaban activas, y accidentes de vehículos asociados a semáforos inoperativos", añade el estudio.